Las emociones han llegado a la batalla electoral del PSOE. Dos escenarios en una misma ciudad, Madrid. En uno, el gran patriarca de la tribu poniendo su dedo sobre el favorito. En el otro, un grupo de mujeres en celebración feminista porque, según dijo la escritora Clara Sánchez, una de las suyas tiene la misma ambición que un hombre sin pedir perdón por ello.
Felipe González se ve a sí mismo partido por la mitad. Con la cabeza cree a Rubalcaba, con el corazón quiere a Chacón. Lo dijo tal cual. La apuesta del ex presidente es clara: en un momento tan delicado hay que dejarse llevar por el raciocinio de los hombres, y no por las emociones, más propias de las mujeres. Venus y Marte, ya se sabe. Rubalcaba representa un liderazgo fuerte que le inspira racionalmente y le genera confianza, mientras que a Chacón le manda besos y amor porque es una chica encantadora. El acto de campaña de Carmen Chacón fue un acto de mujeres y para mujeres. Había hombres que se debieron quedar pegados al asiento. El discurso de la candidata subió varios tonos y fue radicalmente feminista, como si estuviera respondiendo a distancia a la faena del ex presidente. Tal vez la aspirante creía que Felipe iba a ser neutral, lo cual no deja de ser una ingenuidad por su parte.
Sin saber que Felipe González iba a estar con Rubalcaba a la misma hora, la poetisa nicaragüense Gioconda Belli envió un texto de apoyo a la aspirante que decía: "Carme Chacón es el futuro que va a dejar atrás a los sabelotodos y a los autoritarios". Rubalcaba ha dado un golpe de efecto y Chacón lo ha acusado. Sólo falta una semana para salir de dudas.
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